La acción desplegada por el Ministerio que conduce la cuñada de la Presidenta se fundamenta en lo formal en el décimo aniversario de la sanción de la Ley 26.061 de Protección de los Derechos de niños, niñas y adolescentes.
En verdad se trata de un regreso al peronismo inicial de los años 50 cuando el libro “La razón de mi vida” de autoría sugerida de Evita era material de lectura obligatoria en las escuelas.
El retroceso es notable si se tiene en cuenta el transcurso del tiempo y los cambios ocurridos en los comportamientos sociales pese a períodos oscurantistas como este.
Avanzar sobre la mente de los chicos de 4 años con la intención de confundir y malformar es un modo autoritario y perverso de deformar la Democracia e intentar desparramar proceratos como quien siembra al voleo cizañas y pastos duros.
En el rompecabezas que le entregan a los chicos hay tres figuras: la sociedad, la familia y el Estado. La figura del Estado está representada por la imagen de la Presidenta adornada con la banda celeste y blanca en el pecho más la Casa Rosada.
Es un gesto de vulgaridad y desprecio por el otro propio de la soberbia y la pretensión absurda de permanecer.
Por vía del ridículo podríamos decir que el 10 de diciembre se termina el Estado, porque la Señora deberá abandonar su alquiler de Balcarce 50.
Mientras, deberemos soportar un poco más de tanto agravio.
Aguantaremos el fraude de Tucumán, las lágrimas de cocodrilo y la disfonía igual que la de un barra brava de un equipo de Primera C peleando el descenso cuando lloró por el pibe muerto en la playa turca y no se dio por enterada del pibe de 14 años muerto por falta de comida en el Chaco.
Podríamos agregar las declaraciones del Jefe de Gabinete y candidato a Gobernador Aníbal Fernández diciendo que el gobierno Nacional no tiene nada que ver con el hambre en los dominios de Capitanich y preguntándose con sorna si ellos también deben hacerse cargo del hambre en África.
No hay dudas de la concepción conservadora y autoritaria de este grupo de gente.
Sólo así pueden creer que es posible usar los métodos de los 50 repartiendo libritos con fotos y textos de antigua rutina.
Los que tuvimos esos libros en nuestras manos cuando íbamos a la escuela, aprendimos a leer. A escribir y a pensar.
Por eso sabemos que “ese oso me ama” pero también que este Gobierno ha terminado.
Para seguir la rutina, debemos pensar, sin temor a parecer niños inocentes, que “Cristina me crispa”. Y el domingo 25 de octubre hemos de sacarnos la crispación de encima.
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