Consideremos lo siguiente.
Un directivo equis sostiene que "a mí me paso esto, aquello y lo otro", y a partir de esa experiencia, recomienda a sus docentes que no cejen en sus empeños de lograr objetivos, enfrentar las dificultades, buscar contenidos varios etc., porque tarde o temprano habrán de tener éxito porque a ese directivo, en tales instancias, le fue bien.
El mensaje puede tener varias lecturas, pero sólo vamos a destacar dos aspectos, primero, la credulidad de la entidad de cuestión (directivo) de ser la medida de todas las cosas y postura insalvable típico de una sofística ante el concepto de fondo que manejan tales instituciones escolares, el de la verdad, segundo, un disciplinamiento encubierto que ordena a seguir ciertos pasos, teniendo en cuenta que si o si, el resultado tarde o temprano va a llegar.
Ahora, si algo queda claro en toda persona que va rondando los 40 años, es que la experiencia siempre es relativa a cada sujeto, por lo cual, el sentido de referencia no posee base epistémica alguna si la hemos de entender un camino de generalidad y aproximación a la verdad, por el cual muestre el sentido de fondo de donde se edifica, autoridad, la autorreferencia sólo puede representar algo desde un sistema donde impera el sentido de autoridad y con su opuesto, la obediencia.
¿Que decimos?, que los sistemas escolares a igual que los castrenses se regulan por una cadena de mando donde el nudo estricto de esa cadena escolar este representado en la figura del inspector y la del director, éstos bajen a sus subordinados (profesores) lo que el sistema escolar- educativo desde el ministerio, posicione en las escuelas como realidad a cumplimentar.
Ejemplo de esa relación de las escuelas con lo castrense la hallemos en la señalada autorreferencia, en las arengas y los discursos moralizantes de participación, compromiso, esfuerzo que deben realizar los docentes, en la amenaza latentes de firmar actas (que es parte de una proceso disciplinario) que pueda tener implicancia a la hora de la calificación anual, acciones legitimadas según la obligación contraída del docente a respetar lo prescripto por el Estatuto del Docente.
Sin lugar a dudas que en una escuela el sentido mismo de la igualdad jamás exista, pues ser inspector, director, docente, alumno, portero, habla de una desigualdad que no está presente en la función sino en la imposibilidad de un diálogo franco, directo, intercambio de ideas argumentadas para romper la imposición de la autorreferencia pivotando en la autoridad. hablamos de un espacio al que si o si debe existir el disenso, poder decir NO, sin que ello sea motivo de persecución alguna, pero lo dicho obedece a sistemas abiertos donde la palabra, la inteligencia, la dialéctica se entrecruzan como acciones corrientes entre sus cultores, mientras, que en los sistemas cerrados el sentido de la orden, le mandato, lo que debe seguirse, o la autorreferencia, advierten.
Para colmo y ni siquiera posicionen una verdadera sofística sujeta a la confrontación dialógica, sino que simplemente todo quede cerrado en, "lo digo yo y me paso a mí".
Como corolario, los nuevos signos políticos parecen implicar una mayor vigilancia, control y disciplinamiento en el sistema escolar que en el pueblo se habrá de implementar, todos seremos sospechados, y con ello, dos bandos nacer, el de los correctos y el de los díscolos y nuevamente desde autorreferencia de por medio, se determine a los unos y a los otros.
Juan Oviedo
SiGesellnoticias