Tal diferencia a la escena de la militancia, en especial cuando su partido o proyecto político ha sido derrotado en las urnas, implique más que nunca el escenario ideal para dirimir de ¡qué está hecho ese militante!, si solo se trató de individuos que se subieron a la masificación de la fanfarria triunfalista que gobernaba o por el contrario, encontrarnos frente al accionar de su condición de militante aun post derrota porque su ideología así lo testifique.
Con este primer tipo militante nos topemos con el llamado "panqueque", el que se da vuelta desde la conveniencia que le presta la propia coyuntura, ya sea por esa corriente triunfalista, por utilidad, porque lo hace la mayoría, en suma, el eje es el personal por el cual jamás pueda recibir el epíteto de traidor, porque ser traidor implica abrazar una causa cuando aun no se esté en las mieles del éxito y por el cual se lo pueda reconocer con su historia de militante comprometido, ¿por que traicionó?, tema por demás peliagudo, pero esa persona que recibe el epíteto de traidor en el fondo, se trate de un reconocimiento, aunque, negativo a su pasado de compromiso.
El militante panqueque entre una de sus funciones más generales será el repetir el discurso oficial y la de ser número, a estar presto para ayudar a la cuantificación y así, gritar, marchar, estar en las calles llevado pancartas, banderas, tocando bombos etc. todo desde el entusiasmo del momento, quizás sea la parte visible del folclor partidario y se alimentan los noticieros, donde los propios políticos quieren ver en ellos la expresión genuina de su poder y que tales militantes encarnan. Ahora, lejos del triunfo, tal poder licuado, no pueda volver a convocar a tales militantes.
Por eso la diferencia con el otro militante, el ideológico, ese seguirá en pos de su proyecto político, sabe que el manifestar es una parte, mientras que la charla con terceros, la presencia discreta que observa, la crítica fundamentada, el estudiar la situación del país, el seguir aprendiendo e instruyéndose como sujeto político, es una tarea que no tiene fin, invierte en su preparación personal y verter en hechos los conceptos ideológicos y volcarlos en el terreno social de sus vecinos, ciudadanos, los otros, en suma, al pueblo.
Tal militante jamás lo sea por lo coyuntural que significa el hecho electivo, hace abstracción de él y eso mismo lo convierta en un sujeto valioso para el ejercicio político.
Por ello es instructivo ver en el escenario nacional, provincial y local, tales militantes, los dos tipos, lo del entusiasmo y el ideológico, como forma de delimitar aguas, y entender que la cuantificación tarde o temprano los muestre como militantes panqueques o no.
Porque como lo dio a entender el inmortal Atahualpa, en el Payador Perseguido:
"Se puede matar a un hombre.
Pueden su rostro manchar,
su guitarra chamuscar.
¡Pero el ideal de la vida,
esa es leñita prendida
que naide ha de apagar!.
Juan Oviedo
SiGesellnoticias