Durante la homilía, el sacerdote intercambió un fluido diálogo con los niños para ir reflexionando entonces, sobre el poder que Espiritu Santo trae a sus vidas y la importancia de abrirse al Espíritu del amor. Asumir que el Espíritu los transforma en testigos de Cristo y que los hace valientes para poder salir a anunciarlo. Un coraje que permite contarle a todos lo que significa amar a Jesús y el dejarse amar por Él.
Una ceremonia que los impulsa sin lugar a dudas a ser anunciadores de Cristo con la palabra y con cada pequeña acción que les toque vivir en la vida cotidiana.
El Padre Christian también exhortó a los padrinos y a las madrinas presentes a ser verdaderos ejemplos de ese amor ante sus ahijados y a no dejar de ser, con acciones y en el acompañar, verdaderos guías comprometidos en la misión que los niños les están confiando.
El sacerdote leyó al finalizar las cálidas palabras de fraterna cercanía que hicieron llegar tanto el sr. Obispo Monseñor Antonio Marino desde Mar del Plata; como las del cura párroco, el Padre Eduardo Torre las cuales fueron escuchadas por los presentes con gran atención y despertaron a su vez, un espontáneo aplauso del concurrido templo parroquial.
Un día de inmensa bendición que eleva al cielo el agradecimiento infinito de la comunidad y una especial plegaria ante nuestra Madre para que como Reina de Misericordia cobije bajo su manto a cada uno de los pequeños que Dios quiere moldear como instrumentos de su paz y de sus respectivas familias.
Gentileza: Gladys Sotelo.
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