Hurtos, robos, asaltos, entrada a viviendas, ebrios, vandalismo, gente que posee pedidos de captura, en el norte, la ciudad y partidos del sur de Villa Gesell, tales lugares son recorridos a diario como suerte de un corredor delictivo, hablamos de una realidad que excede el mismo fenómeno de la noticia, donde el accionar de las fuerzas de seguridad no alcanzan, primero, para aprehender a la totalidad de los ladrones y segundo, algo más vital, el devolver a Villa Gesell a la gente.
Sin lugar a dudas que usted compartirá esta introducción respecto a la delincuencia en el lugar, pero ¿cómo es que este delinquir ha ido creciendo o siempre fue así?
Intentemos bucear ahí en las condiciones que posibilitan el hacer delictivo. El análisis localista acerca del delito a devenir siempre pivotó teniendo por eje a una variable, la temporada, mala temporada, entonces, mayor posibilidad de delitos, si bien la correlación es una apreciación folclórica, con el correr de las bajas y malas temporadas si o si hubo una suerte de correspondencia entre temporada deficitaria y el crecimiento delictivo, pero posicionar la inseguridad y perder el control de una ciudad porque ha sido ganada por el delito, tal escalada exponencial nos resulta exagerado y por ello no pueda ser explicada solo desde ahí.
Que nadie este a salvo, implica que el delito no es parte de una actividad espuria sino que forma parte de "la cultura del lugar", y esto es algo muy distinto a entender lo delictivo en términos de inseguridad por eso decimos que la ciudad ha sido tomada por lo delictivo, y si lo expresamos en términos de una cultura eso no quiere decir necesariamente robar sino que hablamos de ciertas prácticas que incluyen ilícitos, accionar público no transparente, violación de normas, mentiras varias, complicidades e inmoralidad.
La cultura del delito no queda reducida al robar sino que se expande a todo tipo de práctica que lesiona intereses y lleva a conductas como las señaladas, he aquí en estas prácticas el caldo de cultivo de aquel otro tipo de delito y punible jurídicamente del "choreo".
Es en estos aspecto de la cultura del delito el marco directriz que se ejerce en una sociedad y propiciador de ese otro delito del hurto, robo y asalto, porque ya se sabe que nadie nace delincuente sino que se aprende a serlo y según ese aspecto, el espejo de una sociedad lo ofrece el reflejo de sus prácticas y costumbres, entonces, si lo que priva es el eje de lo material, ganar dinero y obtener pecunio, posicionar apellidos para influir y buscar el poder, utilizar ese tráfico de influencias para el beneficio propio, estemos ante prácticas simbólicas que muestran una directriz, tal como mostró ese intendente en el pueblo que se rodeo de guardaespaldas y poseyó en su momento de gloria un ejército de punteros, utilizar el poder, lograr cortesanos, torcer voluntades, operar para sí, fueron prácticas cotidianas y aceptadas como normales, sin embargo, quedarse meramente en los hechos dejo de lado el mensaje simbólico de estar ante una práctica espuria y delictiva iniciada por su condición de prepotente, patotero etc.
Como ese otro político local que si o si debía estar informado de todo lo que ocurría en el pueblo, una larga fina de alcahuetes lo visitaba a diario tratando de dar la primicia pertinente, así, lo que hacía, decía, andaba fulano, mengano o perengano, era tenido en cuenta por este individuo y que a modo de un archivo personal llevaba en su memoria, se trataba de una mentalidad de chusma y no de estratega, se trataba de alguien que supo estar varios años al frente del municipio del pueblo.
Si hoy el pueblo posee ese perfil y que hemos puesto en la palestra como el de "la cultura del delito", según los mojigatos que abundan no habrán de reconocerlo y miren para otro lado, no obstante, lo grosero de los delito, asaltos y hurtos, es la instancia terminal de un proceso iniciado en ciertas práctica acuñadas como normales y fuentes de la actual situación, devélelo usted, no se deje engañar por la punta del iceberg, la real causa no está a la vista ni en la superficie de los hechos.
Juan Oviedo
SiGesellnoticias