Si usted sonrió es porque adhiere al siguiente argumento, que la delincuencia es provocada por las calamidades sociales no resueltas como la falta de sensibilidad social, una educación sin excelencia y junto a ello, la ausencia de trabajo con sueldos pertinentes, y se crea que en tales faltas y carencias encontrar el eje portador del problema de la delincuencia, en la marginalidad, la pobreza y en las condiciones básicas no resueltas.
Supongamos que fuera así, entonces, ¿no le cabría a la dirigencia política argentina si o si posicionar una política de Estado y lograr un Estado de Bienestar más allá de gobiernos contingentes y a los que "efectivamente" se preocuparan por la sociedad en general y de esa forma erradicar la delincuencia?
Quizás, si no se trabaja arduamente en el país para posicionar a ese Estado de Bienestar lo sea porque la delincuencia, muy poco tenga que ver con lo señalado de las calamidades sociales, puesto que policías, políticos, jueces y cuanta honorabilidad más, según aquella interpretación no podrían delinquir y sin embargo, delincan. Amparados en la imputabilidad que significa portar el cargo, la función más el laberinto de la juridicidad con las pruebas a conseguir, estos delincuentes continúen ejerciendo el mal corrosivo a la sociedad entera al provocar injusticia y ésta, continúe ejerciendo en silencio su periplo hacia una mayor desigualdad.
He aquí en la injusticia, junto a lo económico, la mayor representación de la desigualdad en el país porque la justicia y su implicancia de equilibrio, sea roto por tales delincuentes, la alegoría del vendaje y la balanza a menudo es desbaratada por el poder jurídico del país, tal como sucedió con el aprobar de la Corte Suprema el lamentable 2x1.
Una sociedad desigual es una sociedad injusta y caldo de cultivo de los delincuentes señalados, si claro, existen los otros también pero con el haber de casos con padres que han entregado a sus hijos por delinquir, nos habla de un hiato entre normas, moral, costumbres, valores, edictos, leyes por un lado, y acciones delictivas por el otro, que no permiten bajo ningún punto de vista la estigmatización de ver, concebir e interpretar como potenciales delincuentes a las personas que pertenecen a los estratos más bajos, que encima, soportan la desigualdad social en la que se encuentran.
O si no, vallamos a ciertas noticias, "Tres ex jueces santiagueños, un empresario periodístico y un empleado judicial fueron procesados por una defraudación por más de 10 millones de pesos en perjuicio del gobierno de Tucumán, informaron fuentes judiciales".
Otra noticia, "El propio presidente electo acumula 214 denuncias en su contra y procesado 2 veces desde 2007, cuando asumió como Jefe de Gobierno porteño. Macri colecciona acusaciones por “estafa y asociación ilícita”; “abuso de autoridad y violación de deberes de funcionario público”; “enriquecimiento ilícito”; “falsificación de documentos públicos” y “amenazas y abandono de personas”, entre otras".
Y para finalizar, "El suspendido jefe de la Policía de la Ciudad, José Pedro Potocar, fue procesado con prisión preventiva acusado de integrar una asociación ilícita...."
Ahora, si se piensa que estos procesamientos nos señalan que la impunidad no exista, no hablamos de penas, condenas ni castigos, sino del romper la línea que está más allá de lo jurídico, destruir la igualdad que toda justicia pretende y que estos delincuentes con su accionar han roto.
Se trata de un rompimiento que se inicia en lo inmoral de sus conductas y responsable de la creciente desigualdad que instalan, delincuentes y portadores de toda la perenne injusticia que viene azotando por muy largas décadas a este país.......y que nos lleve a la pregunta, ¿por gratuidad?
Juan Oviedo
SiGesellnoticias