Por ello es que toda agenda siempre se ponga en correspondencia con la realidad, y jamás haya cambio, ni transformaciones en sociedades que no experimenten cambios de 180 grados. Cuando un político dice "cambiar", "transformar", con tal decir sabiendo que es falso, busque votos para su propia fuente explotando las urgencias y las necesidades de la gente más empobrecida, esa que ¡si necesita cambiar y transformar la realidad en la que viven!
Si lo que prima, como sentido de fondo de cada campaña política en época electoral es calar en las conciencia de las clases más necesitadas, entonces, cada campaña en el fondo es una carrera a la manipulación. ¡Cómo el discurso buscará detonar a favor del candidato, hurgando en el ámbito emocional de las personas desde sus necesidades no cubiertas ni tampoco satisfechas!
Una dicotomía en hechos políticos (toma de deuda y endeudamiento) y decir político (inversiones), suceda, un divorcio acontezca entre "hacer y decir", por la cual el político al no manejar fondos de su patrimonio pueda endeudar al país poniendo en riesgo el patrimonio de los recursos naturales, ah, y la correspondiente pérdida de soberanía, justificando su accionar en la gente.
Por ello es que no deja de ser interesante cuando un político habla a la gente señalando "el nosotros, el adentro, el juntos" etc., algo que preferimos marcar como una mentira absoluta y no tratarse de una simple metáfora, pues "quien hace" es ese quien administra, dueño de los hechos y no esos terceros convocados como rellenos de fondo.
Tal decir apelando a los relleno de fondo, es parte de un protocolo iniciado en la polis griegas de la antigüedad, que en eso del decir, exponer, buscaba convencer y lograr así, torcer la voluntad general en las asambleas a través del discurso y a tales fines, tal protocolo ser utilizado hoy día por algunos vecinos del pueblo determinados a ser políticos reproduciendo tal escenario con su mimesis preferida, la del mitin discursivo, he ahí el sueño del pibe, un escenario con gente escuchándolo, y diciendo, enfervorizando momentos de su discurso levantando la voz (tipo sindicalistas), donde sólo falte las voces de antaño que decían ¡viva el Doctor! para culminar el estereotipo del vecino en devenido exponente político.
¿Por qué son creídas tales prácticas?, un preceder ideológico auxilie a cada individuo en su pretender actuar como político y justificado en la representación, pero la credulidad hacia ellos nazca de la desesperación de la gente, ya que nadie puede creer en tipos que endeudan a una comunidad, hacen suyo recursos estatales, gente que tiene a jefes que anulan toda autonomía y que cambia de partido en cada nueva elección ¡que son cada dos años!
La desesperación no solo implique una respuesta emocional sino la consecuencia de varios factores de carencia social y último paso a la desesperanza total y ahí, aniden los cuervos de las altisonantes palabras de los discursos políticos a los que poco a poco comenzarán a devenir, escenario en que unos hablan y otros escuchan, narrativa cotidiana a la que es imposible no asistir, pues para eso están los medios y éstos, encolumnen a muchos fabuladores del gesticular en el pueblo.
Juan Oviedo
SiGesellnoticias