Monseñor Gabriel Mestre nació en Mar del Plata el 15 de septiembre de 1968. Es oriundo del barrio San Juan, hijo de Candido y Ana, comerciantes de clase media. Su núcleo familiar se completa con su hermana Mariana, casada con Sebastián, quienes tiene dos hijos: Ariel y Elías.
Monseñor Mestre fue bautizado en la parroquia San José de Mar del Plata y recibió la primera Comunión en la parroquia San Pablo. Fue confirmado en la Iglesia Catedral en octubre de 1984. Realizó sus estudios primarios en la Escuela Nº 61, y la secundaria en la ENET Nº 1 obteniendo el título de técnico químico. Luego cursó un año la carrera de Trabajo Social en la Universidad Nacional de Mar del Plata.
Con 20 años, en marzo de 1989, ingresó al Seminario Mayor San José de La Plata egresando con los títulos de profesor de filosofía y ciencias de la educación, y de teología y ciencias de la religión.
Recibió el orden del diaconado el 2 de agosto de 1996 y el presbiterado el 16 de mayo de 1997; ambas celebraciones se desarrollaron en la Iglesia Catedral presididas por monseñor José María Arancedo. Años después cursó y se licenció en teología con especialización en Sagrada Escritura, por la Pontificia Universidad Católica de Buenos Aires.
Mestre ha trabajado intensamente en la diócesis, no sólo como párroco sino también asesorando o presidiendo diversas pastorales e instituciones educativas. También a nivel nacional en el departamento de animación bíblica de la Conferencia Episcopal Argentina; y en América Latina, es miembro del equipo de apoyo del CEBITEPAL (Centro bíblico teológico pastoral para América Latina y el Caribe). Es autor de numerosos escritos vinculados especialmente a la temática en la que se especializa: Sagrada Escritura.
Monseñor Gabriel Mestre es el séptimo obispo de Mar del Plata. Los anteriores fueron Enrique Rau (1957-1971), Eduardo Francisco Pironio (1972-1975), Rómulo García (1976-1991), José María Arancedo (1991-2003), Juan Alberto Puiggari (2003-2010) y monseñor Antonio Marino, actual obispo emérito de la diócesis, quien debió renunciar por llegar a la edad canónica establecida para los obispos, como límite para gobernar una diócesis.
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