La Parroquia local organizò un viaje, y numerosos geselinos participaron de la Ordenaciòn, celebrada en la Iglesia Catedral, cabecera de la Diosesis.
Es el séptimo obispo de la historia de la diócesis, el más joven y el primero que es marplatense. La ordenación estuvo a cargo de monseñor Antonio Marino, obispo emérito de Mar del Plata y fue co-consagrada por monseñor José María Arancedo, arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz, Juan Alberto Puiggari, arzobispo de Paraná; monseñor Ramón Dus, arzobispo de Resistencia y monseñor Joaquín Sucunza, obispo auxiliar de Buenos Aires.
La celebración comenzó a las 16, monseñor Gabriel Mestre ingresó con los sacerdotes y se sentó delante y a la derecha del altar. Luego se leyó la bula papal en la que el papa Francisco nombró a Mestre como nuevo obispo de Mar del Plata. Finalizado el evangelio, monseñor Marino pronunció la homilía. “Esta diócesis vive hoy una hora memorable, con ocasión de la ordenación episcopal de uno de sus presbíteros, hijo de esta ciudad, quien también dará inicio a su ministerio como séptimo obispo de Mar del Plata”, inició diciendo el actual obispo emérito de la diócesis.
“Querido Gabriel, dar la vida por el rebaño confiado implica la fortaleza del pastor. Nunca se descarta el martirio de la sangre, pero en su modalidad cotidiana dar la vida coincide con el heroísmo oculto y sin aplausos, sobrellevando dificultades cuya solución sólo el Cielo puede dar”, resaltó y finalmente expresó, “en el sexagésimo aniversario desde su creación, la diócesis recibe un gran regalo y no podría yo recibir mejor obsequio que concluir mi gobierno pastoral ordenando obispo a uno de sus hijos. Luego de ungir tu cabeza con el crisma, te entregaré el libro de los Evangelios, el anillo de tu desposorio con la Iglesia y la mitra, símbolo de la santidad de este oficio. Por último, te haré entrega del báculo, signo del gobierno pastoral, y te invitaré a sentarte en la sede episcopal, hasta ahora ocupada por mí. En ese momento, mi misión estará cumplida y también mi gozo por haberme permitido el Señor ejecutar el mandato del Santo Padre Francisco de constituirte como mi sucesor. Te expreso aquí mi público reconocimiento y gratitud por tu fiel servicio hacia mi persona hasta el día de hoy en que el Señor te confía una misión más comprometida”.
Al concluir la homilía, comenzaron los ritos propios de ordenación del obispo, se cantó el himno “Veni Creator Spiritus” para invocar al Espíritu Santo, luego las letanías en las que Mestre se postró en el piso. Acto seguido, se realizó la imposición de manos de monseñor Marino, y de todos los obispos presentes. Minutos después, con el evangelio sostenido sobre la cabeza del nuevo obispo, por dos diáconos, pronunciaron la plegaria de ordenación. A continuación monseñor Marino le ungió la cabeza con el santo crisma y luego procedió a entregarle al nuevo obispo los signos propios: el libro de los Evangelios, el anillo episcopal que le colocó en el dedo anular, luego la mitra y por último le entregó el báculo pastoral que es el signo del buen pastor. A continuación, monseñor Marino lo llevó hasta la “cátedra” y lo hizo sentar. Desde ese momento, monseñor Mestre se convirtió en el nuevo obispo de Mar del Plata y continuó la misa.
Luego de la distribución de la comunión, el nuevo pastor de la Iglesia diocesana, bendijo a todos los presentes, pasando por el templo y llegó a la explanada de la Catedral donde miles de fieles seguían la eucaristía a través de la pantalla gigante que se encontraba allí. Fue un momento de mucha algarabía, llantos y emoción, todos quisieron estar cerca de monseñor Mestre.
“Soy un hombre de labios impuros, y habito en medio de un pueblo de labios impuros. Con estas palabras el profeta Isaías confiesa su debilidad humana ante el llamado de Dios. Con estas mismas palabras quiero hoy confesar también mi humana debilidad ante la enorme misión de pastorear como obispo, la diócesis de Mar del Plata”, expresó monseñor Gabriel Mestre como inicio de sus palabras para concluir la misa. Y sintetizó en tres puntos su alocución: acción de gracias, proyección pastoral, y compromiso personal.
En acción de gracias, además de su familia, amigos, los obispos presentes, los fieles, los organizadores expresó “agradezco por último, al papa Francisco, que como instrumento de Dios me ha confiado el pastoreo de esta Iglesia particular. Gracias por su confianza y por haber elegido un hijo de esta Iglesia para pastorear esta misma Iglesia”.
En proyección pastoral quiso enmarcarse en el 60° aniversario de la diócesis y manifestó “en diálogo con todas las comunidades y áreas pastorales, quiero que la Iglesia de Mar del Plata siga creciendo cada día más para ser realmente misionera, siempre ‘en salida’ y sea ese “hospital de campaña” que recibe a tantos hermanos heridos en el camino de la vida para sanar, cuidar, liberar y consolar. Una Iglesia misericordiosa y comprometida, alegre y servidora, que por la acción del Espíritu, ofrece a todos la vida de Jesucristo. Una Iglesia siempre cercana y cuidando a los pobres, débiles, enfermos y sufrientes. Una Iglesia que ‘primerea’, se involucra y sale al encuentro de tantos hermanos que no encuentran sentido a sus vidas. Así, y solo así, seremos en serio evangelizadores con Espíritu como el Papa pide en el último capítulo de Evangelii Gaudium”.
“De cara los hermanos de otras denominaciones religiosas y ante la sociedad civil, en sus manifestaciones y agrupaciones políticas, sociales, trabajadoras, judiciales y empresariales les digo que encontrarán siempre en la Iglesia de Mar del Plata colaboración en la autonomía para luchar por la justicia, la verdad y la defensa de la vida”. “Por último, en tercer lugar, mi compromiso personal. Lo he dicho más de una vez desde que se hizo público el nombramiento. Lo vuelvo a repetir ahora ordenado y en el marco formal de estas palabras finales. Deseo vivir la síntesis que nos ofrece el Concilio Vaticano II para definir al obispo: me comprometo a ser ‘padre, hermano y amigo’. Palabras bellas pero difíciles de vivir, palabras que reclaman un equilibrio saludable de cercanía y autoridad, servicio y presidencia, amor y firmeza que necesitan de la oración de intercesión incesante de todos ustedes”. Y por último, pidió a todos que oren y le exijan siempre ser “hombre de Dios”.
Al finalizar la eucaristía, cada uno de los presentes pudieron saludar al nuevo obispo. Se encontraban presentes el intendente municipal de General Pueyrredón Carlos Fernando Arroyo, junto a otras autoridades del ámbito civil, de las fuerzas armadas, empresarios, su familias, amigos, representantes de otros credos y fieles venidos de todos los rincones de la diócesis de Mar del Plata, que abarca nueve partidos.
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