Pero ¿cuáles son los nombres de esos que amparados en órdenes recibidas realizaron sus actos criminales como matar y ejercer sus brutalidades encubiertas hechos que se vienen realizando durante años según CORREPI?, no los hay. ¡Cuales son los nombres de los también infiltrados de la policía que encubiertamente realizaban desmanes y justificar así la intervención policíaca?, solo los que la gente pudo detectar, como hoy salió publicado en un diario e incluimos a la de dos efectivos más.
Ahora, tanto muchedumbre como órdenes compartan la misma condición, no saber entre quienes estamos y licuar de responsabilidad los hechos y las acciones personales que provocan destrozos, robos, golpes a mansalva etc., la violencia tiene a sus actores, sin embargo, nunca hay culpables, aunque, si hay víctimas.
¿Ve ahora la importancia de detectar a los criminales que se parapetan en la multitud o en las órdenes para llevar a cabo su crueldad personal?, por las víctimas que ellos causan, esos que padecen una situación no querida ni deseada en la que se mutila, se pierden ojos e incluso la vida. Usted dirá -bueno, si va a una movilización ese es un peligro- esto presupone que 1- movilizar es peligroso porque 2- alguien está ahí para reprimir, 3- que esos que están ahí en algún momento reprimirán.
Es momento de la pregunta que no es por la legitimidad de toda movilización sino por su función, ¿cuándo ella lograr el efecto por el cual se moviliza?, nunca. Si la movilización busca coacción, disuadir, no logre jamás sus objetivos si su sentido es lograr cambios en legisladores y torcer una cuantificación a votar, jamás se ha logrado, entonces, ¿cuál sea su razón de ser?
Si miramos hacia atrás, todo movilizar sea un efecto retroactivo de gobiernos que ven es eso, en la cuantificación que desfila, parte de su fuerza y de aprobación a si mismo como gobierno que representan, una suerte de presencia identitaria y de reconocimiento que otorga la cantidad, como una suerte de avaricia que disfruta al contar lo que le pertenece, bueno, lo mismo implique ese movilizar, una acción centrada en la cantidad bajo carteles, banderas, pancartas, cánticos etc., como lo supieron hacer los diferentes totalitarismos europeos y Latinoamericanos.
Pero centrémonos en los movilizados que creen que la cantidad en las calles y sus protestas en contra de medidas del gobierno de turno, se conviertan en un foco de presión para un legislativo que debe sesionar y votar, y ese movilizar, busque lograr efectos disuasivos. Esto señalado no tenga en cuenta que la cantidad -eso determina que el sentido de su movilizar sea exitoso o no- no ejerce realmente coacción alguna tal como sucedió en la votación de la Ley a la que se oponía, más allá que todo movilizar sea señalado como un derecho al manifestar pero que en el fondo se trate de esa íntima condición por coactar.
Entonces, el movilizar justificado en el derecho de expresión como reflejo de un enunciado victorioso es una cosa y otra, buscar con ese derecho modificar decisiones que se habrán de votar.
Pero la pregunta es, ¿es peligroso movilizar?, no, no hay peligro en sí, pero si lo hay si le espera una fuerza al que llaman de seguridad cuando todos sabemos que es eminentemente represiva, puesto que motocicletas para patrullar manejadas por policías armados con escopetas, perros, camiones hidrantes, palos, balas de goma y a veces de las otras, no son de seguridad, de defensa sino de ataque y para ello provocar miedo, golpes y laceraciones, mire el meollo de esta cuestión se resuelve aquí, en el arma, el armamento hace la gran diferencia entre unos y otros, un armamento que a la hora de utilizarse no hace distinción del violento y del pacífico, son como los perros de Bullrich que no distinguen a ciudadanos de primera -diputados- de los de segunda -manifestantes-, cuando son disparadas no distinguen los blancos, ya que todos son blancos.
No hablamos de la justificación por el cual se utiliza el arma, sino de la condición del arma por sí misma, esa que mata, mutila y provoca dolor e indignación entre que la han sufrido cuando nada hacían y sólo estaban manifestando y desarmados, por el cual ese ir desarmado sea la consigna universal de no ser violento, y aquí los nombres particulares para detectar culpables o no, no harán falta simplemente saber ¡quiénes son los que portan las armas! como los cabales agitadores de toda violencia, como es esa violencia tácita de la simple presencia y siempre amenazante para reprimir, de una violencia que no disuade, nunca ella podrá disuadir ni persuadir sino que se trate de una fuerza para genera moretones, derrame sangre, forje heridos y provoque muertes.
Seamos claros, porque si de violencia se tratara, 3000 efectivos no tendrían mucha chance en contra de 100.000 manifestantes todos armados y ejerciendo la misma ferocidad que sus represores.
Juan Oviedo
SiGesellnoticias