Pretenciosa afirmación pero aceptando tal hecho quizás abortemos la presencia de ese Eros, por una serie de mandatos que nos alejen de lo que ese Eros es, tal posibilidad nos aceche cuando instrumentalizamos al amor en términos de matrimonio, la de ser esposos, tener una familia, lograr felicidad, beatitud y cuanto términos más utilizados, determinando el sentido de Eros en nuestras vidas.
Se cree que el amor está a nuestro servicio o que ha llegado para hacernos plenos, como también darle un sentido eterno, que este para siempre, no obstante, la experiencia amatoria de mujeres y hombres contraste notablemente con tales creencias, el amor sea una instancia tormentosa antes que idílica y de su inicial luz, una oscuridad aceche, la oscuridad del amor en el recuerdo que duele, en el abandono no querido, en la ruptura no deseada, en la inutilidad de querer volverse a enamorarse sin conseguirlo, y que a todas las luces nos dicen que el amor no puede ser definido epocalmente sino que él lo exceda sin más.
Lo epocal semantiza a Eros y postule causalidades, como de la expresión interior de los sujetos enamorados a la expresión exterior y social del si amas, por el cual te casas, o si estas casado, aunque ames, te debas divorciar para vivir tu amor, la causalidad epocal asocie al amor con el contrato del enlace, cuyo sentido de fondo rondaba en la idea del reaseguro del patrimonio patriarcal, puesto en que el momento en que el padre delegaba sus bienes, aquél que los recibiera fuera efectivamente su hijo, en suma, el enlace obedece a que toda transacción patrimonial entre padre e hijo, consistiera en una relación familiar.
También la relación matrimonio-amor enrede un ejercer de lo sexual al ser legitimado como tal, pero sin dejar de lado el otro aspecto, una puesta de límites a cierta promiscuidad por los votos de fidelidad que el matrimonio exige, sin lugar a dudas que el ejercer sexual dentro del ámbito matrimonial posibilita su lento decaer, pues tarde o temprano hábitos, costumbres y tedios, conlleven a instalar lo coital como pauta de lo sexual quedando de lado la instancia erótica del juego, de la seducción y de toda inventiva.
La erótica como espacio de la condición de esposos, devenga en espacio devaluado y así, colabore con la semántica de turno, pues si despertó bajo el influjo de Eros como experiencia original, el mitigar de Eros, diseque su vínculo con lo pasional que embriaga, y mude en prácticas mucho más cercanas a la ritualidad y obedientes formas cohesivas y funcionales de toda sociedad.
Pero el amor logre vengarse, castigue a aquellos que lo denigran, lo maltratan y lo utilizan como si estuviera al servicio de tales sujetos, su condición oscura sea la contraparte de su luz inicial, a su inicial fascinación le supla su condición tremenda, diseque la vida de tales profanos, entonces, la risa es dolor, el ayer martiriza al hoy, y los hijos de dos, tres o cuatro amores diferentes sea la cadena que agobie la presente existencia, el corazón de esos humanos se cosifiquen y queden presos de lo que fue, y hoy ser divorcio, separación y desunión, con una pretensión de fondo, volverse a casar, a convivir, a juntarse y a repetir la misma acción cosificante, espacio donde no habita el amor..
Entonces, ten presente que San Valentín no honra a la instrumentalidad, si bien nació de ahí, su preceder se halle mucho más allá, por el cual no lo posees, sino que te posee.
Juan Oviedo
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