Hoy es posible decir que en verdad el reclamo salarial, posiblemente justo, era para él en verdad una excusa para perturbar el orden y boicotear la gestión con la exclusiva intención de alimentar el caudal político del kirchnerismo del que es un incondicional adicto.
Su voluminosa figura ocupó espacios denunciando injusticias y atropellos que, en todo caso, continúan porque nada distinto ha sido dicho ni anunciado por los que hoy gobiernan.
La tendencia social a declinar responsabilidades y dejar hacer que nos caracteriza como sociedad fue hábilmente usufructuada por este docente que nunca dio clases, (fue ayudante en un Instituto Superior en Brandsen menos de dos años), para montar una estructura sindical partidizada que azotó con rigor a la Gobernadora.
Vidal otorgó el año pasado un 15,6% de aumento para recuperar lo perdido contra la inflación hasta junio de 2018 y luego un ajuste salarial por cláusula gatillo trimestral de acuerdo a la inflación que está hoy vigente.
Baradel se ha llamado a silencio para no perturbar al compañero Kicillof porque sería increíble que mágicamente los sueldos de ahora alcancen, las escuelas estén todo pipí-cucú y los problemas administrativos hayan desaparecido mágicamente.
Lo único que sigilosamente han reclamado los sindicatos docentes es la devolución de los dos días de huelga de noviembre que, como corresponde, fueron descontados por la administración anterior. Serán devueltos, obviamente, porque “entre bueyes no hay cornada”.
Cabe consignar que esos dos días de paro obedecieron a una huelga dispuesta en homenaje a dos maestras chubutenses que murieron en un accidente automovilístico en la ruta 3 de esa provincia patagónica cuando volvían de Rawson a Comodoro Rivadavia donde habían ido a un acto gremial. Jorgelina Ruiz Díaz y María Cristina Aguilar, ambas docentes de la Escuela n° 738 de Comodoro Rivadavia, las víctimas del vuelco del auto, alcanzaron para que Baradel inventara una huelga más. Hoy lo amansa su pertenencia partidaria.
No asombra, pero es bueno mantener viva la memoria para comprender que no todas las luchas son justas ni heroicas.
La dirigencia sindical argentina juega con su fuerza amañada un rol que no es para el que se justifica su razón de ser.
Como tantas veces ha sido dicho desde acá nunca es la Educación el tema central motivo de discrepancias y coincidencias.
Siempre es un reclamo salarial, seguramente atendible, pero jamás una expresión vinculada a la necesidad de modernizar métodos, ratificar principios, incentivar perfeccionamientos profesionales y alimentar demandas de una sociedad que dispara a velocidad de la luz mientras la niebla partidizada atiende la necesidad populista de mantener la comunidad atada al sometimiento ideológico que asegura la sumisión de nuestros chicos de hoy y ciudadanos del mañana.
Si alguien lo ve a Baradel, ¡avise!
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