La cuarentena desde la Filosofia... un desafío

La cuarentena lo posicione a usted a un lugar reducido y nula movilidad, y sin distracción en el afuera se topara con una muy distinta que significa la distracción del encierro, la primera es la realidad, mientras la segunda es entretenimiento. En la realidad como tal usted toma decisiones, interactúa, ejerce su libertad, vive, aun con la sentencia "el infierno son los otros" como Sartre supo decir, pero con el entretenimiento, en algún momento no se entretenga más, quedará saturado de las diferentes formas de él, entonces, se las deberá ver con usted y "el infierno será usted".

La situación límite es esa y aquí interrumpa Jaspers, usted sin distracción, con una acotada realidad y a la que no podrá zanjar ni torcer y con exiguas decisiones a tomar, tal será la nueva situación a enfrentar, no hay esencias solo existencia reducida a las paredes del confinamiento que exige la cuarentena, tal será el desafío.

Frankl escribió un texto notable titulado "El hombre en busca de sentido", prisionero en un campo de concentración se encontró totalmente despojado de sentido y sin motivo por el cual existir, pero llevado por su deseo de vivir se propuso día a día hallar, encontrar en ese contexto, un sentido para vivir y existir, por supuesto, algo que logró.

El sentido y el sin sentido son contemporáneos en cada individuo, el sentido que le otorga a una palabra no sea el mismo en otro individuo, el sentido no es distracción o "el ser tenido entre" como bien señalo Heidegger cuando se es entretenido, nos enfrente a una cruel definición porque acostumbrados a vivir según terceros, la cuarentena obliga a vivir según cada individuo con los limites e incomodidades de la presente situación.

Con Camus nos topamos con el no sentido, por el cual la solución será asumir la ausencia de un sentido construido desde fuera y construirlo desde uno mismo, así, nadie puede cabalmente vivir según sentidos ajenos y con preguntas tales como ¿quién soy, para qué vivo o qué debería hacer?, Kierkegaard se hace presente como padre del existencialismo como tal.

Quizás como nunca los límites de la cuarentena ponga en la palestra ese sentido perdido por lo obvio, el significado de la riqueza de la realidad, paradojalmente ante su pérdida, nos demos cuenta del valor de lo que teníamos entre manos y nos obligue a pensarla, a desafiar los límites de la imaginación para poder crearla y a la zozobra que signifique no saber si se podrá hacerlo o no, contrayendo el grado más ingrato de un vivir inauténtico y reverdecer nada deseado de la angustia existencial, límite y frontera de todos los males existenciales.

La angustia existencial no es un mero sentimiento por estar disconforme, contrariado o decepcionado, es el efecto de un vacío, sin horizonte y sin rumbo, cero motivación, es el fracaso del individuo por no haberse procurado un sentido y no romper ese flotar entre los encomios del afuera mundano y cuando es desafiado a concebir desde si, como lo exige la presente cuarentena, no puede lograrlo y perdido entre el desierto de su sí mismo devenga ente y más que nunca ente.

Tal implica el presente desafío de quedarnos en casa, una situación límite que nos llena de zozobra e incertezas por presentarnos a nosotros mismos como centros de la nueva realidad.

Juan Oviedo

SiGesellnoticias

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