El peso de las palabras y el peso de los hechos posean -condiciones disímiles- porque las palabras para ¡que no se conviertan! en mera verborragia deben poseer un anclaje con lo real, "y los hechos" son quienes constituyan fuertemente esa malla contenedora de las palabras. Sin embargo, antes de la legitimación de las palabras desde los hechos, el político cuente con esa ventaja que significa el decir, ¡como presentación de sí!.
Esa fue siempre -la piedra angular- de todo novel candidato ¡el decir!, que se presente en el mundo a través de la palabra, por el cual se muestra, se visibiliza y pierda su condición ignota ante "el mostrar" que solo el decir le puede proporcionar.
Podemos afirmar que el político ¡nace! desde el discurso que pronuncia y lo muestra pero para lograr permanencia "deberá" ser votado e ingresar -a la dimensión del ejecutivo o del legislativo-, ahora, en la instancia ejecutora, ésta le exigirá capacidad, intuición, mirada contextual tanto del presente como del futuro, y eso es e implique un cambio total, vincularse con la realidad que solo los hechos "pueden generar", ¡es un giro copernicano! en quien -hizo de la palabra y del decir-, sus herramientas para ascender a los cargos más elevados e importantes del país.
Lo que nos lleva a una pregunta, ¿están preparados para ese salto?, "no", ¡nadie lo está!, pensar en hechos antes de los hechos, es solo "un ejercicio mental" que pone en relieve lo extraño, lo que se ignora, lo invisible, las invariantes -que no se saben- de la realidad y con tal ejercicio del representar, busquen los vencedores, no ser sorprendidos -por lo que hacen, por lo que no hacen por lo que provocan sin querer provocarlo- que nos muestra "el hiato permanente" de ¡palabras y hechos!.
Pero con el derrotado -por los hechos- al buscar posicionarse en el bando de las palabras, ya se trata de algo distinto, pues ¿qué dirá, en nombre de qué bandera creíble podrá establecer su discurso?, ¿cómo hablar o referirse a lo que no supo entender, abordar cuando era gobierno?, que los muestra "voraces" para mantenerse en un espacio de la representación -que la misma representación- ¡los sacó!.
Por eso -astutamente- no volverá a competir de donde ¡fue desalojado!, el vencido se ira de la provincia para mantenerse en CABA desfilando en la estructura mediática que supo acompañarlo, fotos, dulces miradas, sonrisas para embaucar, son los Dorian Gray de siempre, nacidos desde "el simular y sustentados en el aparecer", terminen por componer su promiscua estética con un discurso "señalando" futuro, moralizante de por sí y opositor a la presente gestión que los expulso.
Los hechos, la mayor amenaza de estos, de aquellos y los otros, junto al ayer, el hoy y mañana, -los hechos- quienes develan "el velo" -del aparentar, la simulación- y que la fina estética propagandística -creada para tal fin- los ha de posicionar, entonces, ¡basta de los Dorian Gray!, pero una pregunta surja de forma brutal y aniquile "la inocente pretensión" del final feliz ¿y si todos son Dorian Gray?
Juan Oviedo
SiGesellnoticias