La estética del producto debe impactar, llamar la atención, bueno, lo mismo es la estética de los candidatos: sus sonrisas, sus gestos, su vestir, tipo las camperas de los sindicalistas que los mixtura al obrero que dicen representar, así, los primeros construirán todos los íconos posibles diciendo ¡ yo soy mejor producto!, ¿los íconos?, timbreadas, estar con la gente y en especial "mostrándose que escuchan", abrazos, selfie, apretones de manos, o un -mendigar encubierto-, unos por los votos y otros, para que se acuerden de ellos.
Porque todo acto electoral se trata de eso -de un mendigar- y eso rompa con el sentido de publicitar un producto que busca imponerse porque ese producto representa "abundancia", mientras, que quien pide algo lo hace "por carencia", pues la mendicidad es una práctica de pedir ante una escasez a la que se quiere superar. Ahora bien, ¿cómo lo muestra la publicidad al político?, como alguien "que no es", alguien seguro, determinado, fuerte, capaz, noble, moral y siga usted con la lista de adjetivaciones, pero ¿por qué no es?, porque es un mendigo electoral, experimente la espada de Damocles "siempre vigilante" que hace explícita su carencia por -la derrota electoral-.
¿Corolario?, la presencia fuerte del candidato busque tapar lo que es él -electoralmente hablando-, el pedir votos y "si o si" estemos frente a una ¡práctica de mendicidad!.
Miren ustedes ¡como los mendigos se juntan! en las campañas, pues se reconocen, se identifican, se buscan, se atraen, pero claro, oculten sus condiciones tras la fachada -de militantes y de dirigentes-, todos tienen algo que ofrecer, unos votos y otros gobierno, pero estemos ante un fetichismo cruel que oculta "el carecer de fondo" ante -la ilusión de abundancia- de unos y otros, pues la decadencia de eso llamado "Argentina" los exponga a ambos.
Y la pregunta de fondo, ¿en que se convierte la democracia?, en un sistema para refrendar mendicidades................
Juan Oviedo
SiGesellnoticias