La imposición del "arbitrio cultural", como significa "la historia oficial" iniciada con su fundador y su mirada visionaria, fue posicionada por -textos canonizados- narrando la travesía utópica y creadora de la -nueva sociedad-, con lugartenientes compartiendo esa mirada prometeica -los pioneros-, destacando su "presencia luminosa" en lucha contra -la inhóspita naturaleza- ¡y a la que sometieron!, como resultado de sus esfuerzos heroicos cuasi sobrenaturales, destacándose el espíritu solidario del "todos con todos" para compartir tal destino en común. Tal es el narrar fabuloso acerca de los orígenes del lugar por esos textos canonizados.
Un mensaje subliminal de fondo se instala y es "el del sentido moral" como instancia necesaria para superar -los egoísmos particulares-, fundamental nexo para ese mancomunar -todos-, y llevar a cabo la construcción de esa utopía llamada Villa Gesell (antes nombrada como "las dunas de Juancho" y después, "Villa Silvio Gesell ) y así, legalizar dueños, sentidos comerciales, justificación de decisiones -cuyo corolario- será la diferenciación social prometeica anclada en aquellas décadas.
Ahora, el ámbito cultural donde se destacase tal jerarquía inaugural fue provocada por la generación de mitos y relatos, posicionados oralmente cuan "verdades reveladas" y potenciadas al ser divulgadas por el Museo de la Ciudad, y que a modo de un manual escolar, naturalizó lo narrado y manipuló ese pasado como -la de un saber-, cuando se trato de subjetividades verosímiles-, y a las que se determinó como "real".
Pero si hay algo -que averiguar- y poner en entredicho a ese oficialismo narrativo acerca del pueblo, será rescatar desde ese silencio, la voz centrada sobre una ´"década en particular", y es la del ¡cuarenta!, cabal fundación del balneario y con un norte "bien claro", construir, publicitar, vender el espacio, crear caminos y aprovechar como línea comunicativa de pasajeros al tren de la época o -contraparte- de una pampa que vivió con su gente -el desgarro- de haber sufrido inicialmente la invasión del huinca, y sus grandes estancias! y a posteriori, devenir en -territorios improductivos- en las zonas costeras de la provincia de Buenos Aires, he aquí "el origen" de los pueblos de la costa Bonaerense.
Y con ello, un nuevo sistema económico emerger: el turismo, transformando las condiciones naturales de la costa que implicó la construcción de los balnearios, sin embargo, lo logrado no será gratuito, porque “el brillante cielo marino”, se irá cubriendo con -una oscuridad silenciosa-, que no opaca la luz del sol.
Es una presencia ¡jamás concebida! en la mentalidad reinante en la costa y en Villa Gesell en particular, se trata de Walichú en la región y que ha -sido maldecida-.
La espada de Damocles del nuevo sistema, la llamada -estacionalidad -, será fuente de pobreza, miseria y pauperización en el colectivo costero, con -jóvenes- prestos a irse de los balnearios, tras sus futuros y así, poder vivir sus sueños ¡pero lejos de ellos!
Y Villa Gesell, viva sus fracasos, mitos, como éxitos, eslabonados en esa historia oficial pero "historia ausente" respecto a esos ¡años cuarenta! o -su mayor época oscura- porque ahí, una división de clase va naciendo, con sucesos jamás contados acerca de muertes, peleas, enfrentamientos ¡y nazis!.
Nada cambia, ¡un medioevo está instalado!, verano y temporada, invierno y recesión, así por décadas sigue todo, con nuevas generaciones que -no están- por el paciente trabajo de Walichú -quitar la energía del lugar-, que solo los jóvenes pueden aportar para lograr cambios, y al faltar ta energía, la dicotomía “balneario-sociedad” jamás será cambiada.
Malicia, pauperización, desigualdad reinan en el pueblo llamado Villa Gesell o el triunfo de Walichú junto -a su oscuro y silencioso guardián-.
Juan Oviedo
SiGesellnoticias