Las reuniones de las capacitaciones docentes en el pueblo, suelen ser aparte de ser -insignificantes, aburridas, tediosas e insoportables-, con momentos inéditos donde emergen definiciones que a veces "son chocantes" por cierto afirmar, por ejemplo, un docente asevera en tal reunión que "fulano" (otro docente), no debería "ser docente" por no compartir -ciertas pautas- con ese que determina como deben ser las características para "ser docente", o el sentido común según la experiencia que califica o descalifica la condición de ser docente.
No es la valorización de quien se arroga para sí "el derecho" a determinar -el ser o no ser-, sino el sentido propiamente del "ser", definido por su función y determinado como ser.
Pasémoslo en limpio, el punto de vista es denominar "ser" a la función del ser por el cual es pertinente la siguiente pregunta. ¿la función es?, si, ¡claro que si! porque implica ¡un hacer! y hagamos una pequeña lista -¿eres policía, eres chorro, eres militar, eres golpista, eres trabajador, sindicalista, político, verdugo etc.?-, aquí se expresa un ser "que actúa" según su estar y hacer en lo mundano, pero ese sujeto alejado de la función, ¿sigue siendo tal?, acaso el habito ¿hace al monje?
La función "dijimos" que implica -ser- lo que nos lleva a la pregunta -por el consistir- o lo que implica que -algo sea algo-, si posee ciertas propiedades mensurables u observables, que lo determina, por ejemplo, ¿en qué consiste ser mesa o lo que sea?, es preguntarnos por lo que lo convierte en eso. Agreguémosle que toda función es inerte, eso significa que posee "ser" pero el ser -no es inerte-, la función siempre será la misma, las propiedades que la determinan "no cambian", pero el ser ¡si cambia!
Entonces, si se utiliza un medio distinto al ortodoxo pero hacia -el mismo fin-, entonces, ese fin "es lo que vale", esto significa que no hay una forma, un método, una vía única que se deba seguir para lograr -el resultado- que se espera lograr. En otras palabras, si no hago esto, aquello o lo otro eso no me descalifica como "docente", sino quien lo hace es -ese sentido común- instalado en esos docentes, que entienden que "lograr" la función, será con medios fijos e inamovibles, así, si ¡equis profesor! no hace o realiza ciertos hechos, prácticas, tics, entonces, según los infatuados, debe dejar de "ser docente".
Así, este presumido docente que determino el "ser" de ese tercero es víctima, sin saberlo, de su condición a-reflexiva que posiciona -el sentido común- gobernando en las aulas, porque no es "uno solo" sino cientos, miles y millones, que hacen ¡de su experiencia áulica!, la cárcel de terceros y despojarlos -tras la función de por medio-, del ser, ¡vaya con tales sujetos!, -pesados- por su ¡liviandad! Metafísica y Ontológica a cuestas.
Juan Oviedo
SiGesellnoticias