Ocurre que estamos soportando los vicios de un fin de ciclo irreversible, que acumula acontecimientos que casi serían imposibles de imaginar para el mejor escritor de novelas de ciencia ficción.
Enumerarlos, aún a riesgo de cometer algún olvido por su cantidad, es una necesidad que nos impone la obligación de analizar para evitar distracciones que puedan hacer posible la continuidad de esta triste etapa argentina.
Esta gestión está generando invasiones que deben ser denunciadas para provocar la reacción que les marque el final cuando un Gobierno democrático, honesto y popular en serio reemplace esta experiencia despreciable.
Siempre ocurre que el ser humano no toma conciencia plena de la importancia de los acontecimientos que le son contemporáneos. Sucede entonces que hoy no somos conscientes de las invasiones que están vulnerando nuestro presente.
Los hechos terroristas en territorio patagónico es una invasión de un grupo guerrillero que se nombra mapuche. Son gente armada ajena a nuestro País, que avanza ante la pasividad oficial que por temor o complicidad, (es lo mismo), deja que delincuentes quemen viviendas, ocupen territorio, cambien la bandera argentina por la suya como lo hubieran hecho los ingleses en las invasiones de1806 y 1807 o como lo hicieron en la usurpación de Malvinas en 1833.
El “guapo de lengua” Aníbal Fernández Ministro de Seguridad, no asume su responsabilidad en tanto resabios montoneros acompañan públicamente a los invasores. El colmo fue el incendio de un destacamento de Gendarmería y la huida vergonzante de los gendarmes ante el alcance de los invasores.
Igualmente está invadida la 9 de julio que se ha transformado en un camping piquetero ante la pasividad de un Gobierno inepto, insensible y derrotado que ve que la pobreza alcanza al ritmo que la autoridad retrocede.
Peor aún es el caso de las escuelas invadidas también por alumnos que se sienten soldados de un ejército sin sentido nacido de la mentira de un relato que no tiene razón ni destino. El proceso de destrucción del concepto del mérito, del esfuerzo para alcanzar metas superadoras y las normas de convivencia democrática han generado esta situación que altera el orden natural de las cosas y amenaza el futuro porque sus actores son chicos de hoy de dudosa condición ciudadana mañana.
No puede eximirse de responsabilidad a los escasos padres que acompañan la aventura pero no hay dudas que todo nace desde el kirchnerismo que alimenta la mentira e imagina que la revolución es reemplazar el trabajo por el plan, el orden por el barullo y el respeto por la anomia.
A 20 kilómetros de las escuelas porteñas tomadas la pobre gente no tiene qué comer y estos pibes cierran las escuelas porque la feta del jamón es demasiado fina. Mientras, el Presidente está sin estar, el Ministro Massa juega su juego de pretensiones presidenciales como si las panquequeadas fueran una virtud y no una porquería más.
La viuda de Kirchner, que es en verdad la patrona de la empresa dedica todo su tiempo, toda su maldad y toda su soledad al drama judicial que sabe inevitable.
En este País invadido producto de la ineptitud, la corrupción y la carencia de valores nos toca vivir. Nadie puede sentirse absolutamente ajeno, porque los que están ahí es porque los pusimos nosotros. Los que los votaron y los que no.
Así es la Democracia.
Tiene el vicio de poder equivocarnos pero tiene la virtud de poder corregirnos. Nadie lo hará por nosotros. No será fácil, pero deberá llegar la limpieza de la mano de la invasión de la austeridad, la honradez y la sana administración.
Autor de la nota: Héctor Ricardo Olivera
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