Pero no es algo exclusivo del ámbito religioso, la autoayuda o del milenarismo ético, sino que hoy es parte integrante del discurso de nuestros "astutos" políticos, citemos algunos ejemplos, "....es un deber votar por la educación y, ....que esa propuesta muestre en detalle las medidas a adoptar, la inversión necesaria, los tiempos, el seguimiento y el compromiso con la mejora", -Vidal-.
"Ordenar la economía" y "bajar el costo laboral y la presión fiscal", y "tomar medidas duras" que se van a "implementar en lo inmediato" en caso de ganar las elecciones,- Gerardo Morales-.
Su plan económico a poner en marcha a partir del próximo 10 de diciembre en caso de que resulte electo como Presidente "consista en lograr un ajuste fiscal, llevar adelante una apertura económica" - Rodríguez Larreta-
"Es tiempo de que la lapicera la tengan los militantes... momento de desalambrar al peronismo, es el tiempo de recorrer cada barrio, cada localidad, toda la provincia y la Argentina, de llevar en alto nuestra bandera, nuestro proyecto, porque es el proyecto del pueblo", canciller -Santiago Cafiero-.
"Vamos a construir el país que los argentinos se merecen", -Agustín Rossi-.
"Yo sé que ustedes recogerán mi nombre y lo llevarán como bandera a la victoria", -Tolosa Paz-.
No es necesario continuar con Bullrich, Milei y los restantes, cambian las voces pero el sentido es el mismo.
La esperanza, entonces, es algo ponderado y si una capacidad pueda resaltarse, es esa disposición del o de los políticos por generarla, y entendida de ese modo -estar esperanzado- implique "un valor" al cual -si o si- es algo digno de aspirar, !porque lo último que se pierde es ella!, -según el dicho-.
En el mito de Pandora, al final de la -ánfora de barro- se encuentra la "esperanza" por el cual la esperanza "no es" ajena a los males de la humanidad por hallarse dentro de esa ánfora, lo que nos dice que "ella", es parte integrante de esos males que la aquejan, ella es un mal ¡también! porque viene acompañada de males, los males y calamidades que no se pueden cambiar ni transformar, compartan con la esperanza el mismo "nicho" maldito.
Por lo cual la esperanza es una "maldición" que condena a los ¡maldecidos! a la carencia, insuficiencia, penuria y escases, maldición que por décadas y décadas en este país, los astutos de turno han logrado despertar y así, ejercer sus cargos, pues son ellos quienes "maldicen" a sus creyentes al crearles ¡esperanzas!, y eso ¿porque si?, no, no hay gratuidad porque ellos-también- son hijos de la ánfora.
Juan Oviedo
SiGesellnoticias