¿Cómo actuará ese poder en el colectivo para posicionar -lo imprescindible en lo prescindible-?, a través del universo simbólico que determina sentidos haciendo hincapié en el “libre albedrío” en el que –cree- ese colectivo.
Pero se trata de un albedrio “coartado” porque esos sujetos del colectivo, son electores de una estructura que significa el sistema –democrático- y al que se hereda, así, la paradoja sea simple, el estar “obligado” de elegir y a tal fin, el escenario electoral para los prescindibles.
Sin embargo, hay candidatos que están hace treinta años -más o menos- en el escenario político del país, y participaron en gobiernos prescindibles mientras que otros, insistieron por posicionar esa condición de imprescindibles apelando al universo simbólico de los significantes como patria, país, pueblo, justicia social etc. y resignificándose arduamente, hoy salga a la palestra electoral con una nueva definición.
Ahora, si usted se pregunta si esta “mejor o peor” que hace treinta años, y no pueda responder por –mejor-, entonces, será válido que cuestione la presente camada representante, y si no fueron sujetos actuantes en pasados gobiernos, lo hicieron como sujetos partidarios enhebrando las banderas del universo simbólico de eso –partidario-.
Entonces, ¿cuál es el argumento para posicionarse imprescindible?, si empíricamente siempre estuvimos bajo el yugo del dólar, la inflación, el F.M.I., medios, tales calamidades pongan en -tela de juicio- a todo lo ¡imprescindible!, por su fracaso consuetudinario y oculto, ante el vicio electoral de la perpetuidad o en otras palabras, el lado “oscuro” de la representación.
Juan Oviedo
SiGesellnoticias