La actual situación es e implica una desigualdad notable, -hechos versus palabras-, claro, usted podrá astutamente pensar, las palabras son hechos, si claro, el hecho de la palabra, pero, por ejemplo, viene un garrotazo represor que le ¡rompe la cabeza! y usted en el suelo dice, “paz”, he ahí la diferencia de ambos hechos, porque las palabras ¡no son hechos!, entonces, usted vera, escuchara el desfile de los militantes de las palabras, o sea, las víctimas de los hechos. Claro, se piense que las viejas nociones instaladas de paros, movilizaciones “contra” el gobierno, son hechos, si claro que sí, pero esos hechos, ¿están a la altura de los otros?, ¡claro que no!, porque se actúa bajo el compás que provocan los hechos del gobierno, solo se trate de acciones reactivas.
El “puntapié” del gobierno al hormiguero de la llamada sociedad -es un hecho- pero no hay ni exista un ¡contra puntapié! al gobierno para aplicar, no hay ningún -contra- que posea las mismas características que poseen los hechos del gobierno, y si este poder es justificado por ser parte del Estado, ponga en “entredicho” la definición de la gente como “parte” del Estado, porque esos ciudadanos no lo manejen ni posean poder.
Mientras, lo mediático continúe con su “diario” show al mostrar a las víctimas de los hechos, sabiendo en donde escarbar e ir, con cámaras y micrófonos de por medio, posicionan la pregunta por la condición de la miserabilidad que viven, y a continuación, la “consabida” participación de opinólogos, analistas, políticos, sindicalistas, politólogos etc., todos ellos conformen el cuadro establecido del show, o la simulación de lo -contra fáctico- , un despliegue carente de todo “poder” de hecho.
Entonces, la palabra como hecho es un “placebo” de quienes no poseen poder y así, poder cambiar el curso de las cosas, porque se trata de cosas a las que ellos no controlan, que los aleja de los hechos y acciones, pero ese -bla,bla, bla-, al final, mude su sentido original y devenga en lingüística del ¡nocebo!
Juan Oviedo
SiGesellnoticias