“Hola profe! Tanto tiempo!... ¿Que como ando? Desde hoy sin laburo, en el balneario hay reducción de personal”. Este es el inicio de un diálogo que nos motivó a averiguar si el caso de Lucas se repetía en otros Lucas o si era cierto que estamos ante la mejor temporada de la historia. Nos encontramos con algunos datos que superaron nuestra perspectiva inicial, que excedieron a la cuestión de la desocupación en pleno verano y que nos llevó mirar la playa y sus servicios.
Ningún balneario en Villa Gesell nos dijo que trabajó a pleno. Todos los concesionarios de playa nos señalaron que el alquiler de carpas y sombrillas fue menor que el año pasado. Algunos de ellos manifestaron que la ocupación se redujo entre un 20 y un 30 por ciento y para otros, los más, entre un 35 y un 40.
A lo largo de nuestra costa geselina hay, entre legales y vencidos y prorrogados, aproximadamente 47 unidades turísticas fiscales que acordaron pagar un canon “pactado” con la Gestión en 28 mil pesos. Lo que pudimos averiguar es que pese al arreglo del precio del canon, muchos no alcanzaron a pagarlo. También supimos que el gobierno municipal, para contrarrestar la pérdida, salió a cobrar 6.000 por las jugueras y clausuró a los que no les pagaron, aunque supuestamente estas están dentro del paquete acordado. ¿Se convirtieron acaso las jugueras en una caja compensatoria de la gestión Erneta? Además observamos otras irregularidades, tales como abultada cantidad de carpas en lugares que no pertenecen a balnearios reconocidos, de incierto o dudoso origen, que salpican el paisaje bañado por la porción del Atlántico geselino y una nueva juguera que no reconoce licitación alguna en las cercanías del muelle, en los predios cedidos a la Cruz Roja y donde se tercerizaron otras explotaciones, en una clara competencia desleal.
Pero nuestra sorpresa aumentó cuando descubrimos una hermosa y prohibida por ordenanza municipal, cancha de padle insertada en un balneario céntrico. El médano que rodeaba el lugar fue removido y cercado el entorno con un enquinchado que otrora se utilizara para recuperar la arena de nuestras maltratadas playas, por elementos como las canchas de padle, que ahora vuelven a brillar en la costanera.
Tampoco fue negocio esta temporada para los que pagaron abultados cánones para la venta ambulante de churros, aguas etc.; ya que los mercaderes truchos han invadido la arena de nuestras playas sin que nadie moleste su actitud de “libreempresistas”. Los vendedores acreditados se han dado cuenta de que los estafaron; pero nada pueden hacer ante la invasión de venta ambulante no autorizada y la vista gorda de los que deberían inspeccionar.
Lucas se quedó sin trabajo, muchos Lucas se quedaron sin trabajo, la desocupación también se trasladó a los servicios de playa. Los cánones negociados tardan en llegar a las disminuidas arcas municipales, el cobro compulsivo e ilegal de las jugueras intenta cubrir el déficit. Los vendedores ambulantes no autorizados se adueñaron de las ventas de playa. Una cancha de padle en la orilla del mar es la vedette del verano. Operan balnearios ilegales hasta con servicio de sombra y bebidas y, colorín colorado, este es un cuento que aun no ha terminado, porque la Gestión, luego de 14 meses, sigue sin definir cuál es su proyecto para nuestro frente costero, a menos que este sea no hacer nada y permitir que reine la anarquía.
* Nota publicada en el Semanario Tiempos, escrita por Silvia Mattiaccio